viernes, 27 de noviembre de 2009

Hay que votar por la esperanza

Por muy larga que sea la tormenta, el sol
siempre vuelve a brillar entre las nubes
Khalil Gibran (1833-1931)
Ensayista, novelista y poeta libanés.

Un político alemán alguna vez dijo: “La gente no vota por agradecimiento, vota por la esperanza”. En materia de seguridad ciudadana, al gobierno de Chávez, la población no tiene nada que agradecerle, muy por el contrario mucho que condenarle. Es por eso que, por más que se busquen enemigos externos, por más que se crepiten tambores de guerra, el pueblo, no muerde el anzuelo y mucho menos se desentiende de la pavorosa realidad que vive las 24 horas del día. El hampa esta desbordada y lo peor ante la mirada indolente del gobierno y la impunidad reinante. Esa es la verdadera guerra.

Utilizar el poder judicial para llevar a la cárcel a líderes políticos y cerrarle los ojos para aplicar una recta justicia a los verdaderos delincuentes, más que un crimen es una estupidez de marca mayor. El Presidente Nacional de Alianza Bravo Pueblo Richard Blanco está preso por salvarle la vida a un policía que estaba infiltrado en una marcha pacifica de los sectores de oposición. El Secretario General Oscar Pérez, por firmar el permiso para esa marcha, ha sido criminalizado y ha tenido que exiliarse ante la salvaje persecución y la intención de encarcelarlo sin formula de juicio. El sesgo de la justicia es evidente y aberrante. El la impudicia ilimitada.

Increíblemente uno observa cosas insólitas. El delincuente que asesino al sobrino del gobernador del estado Vargas, posee un amplio prontuario policial y andaba libre como el viento. La prócer de la revolución Lina Ron, que asaltó las instalaciones de GLOBOVISIÓN, actuando en gavilla con su banda de facinerosos lesionaron a un agente policía que estaba de guardia resguardando esas instalaciones, está siendo juzgada en libertad – Es su derecho y lo respetamos – es incomprensible que Richard Blanco Presidente Nacional de una organización política, que por añadidura, ganó las elecciones en la capital este preso y prácticamente incomunicado por salvar la vida de un policía. No son comparables los casos. Empero, ¿No somos iguales ante ley? Unos más y otros menos. Lo que está a la vista…

Mientras esas cosas insólitas ocurren, la delincuencia continúa desbordada, la violencia acaba con la vida de blancos y negros. Escuálidos y revolucionarios. Católicos, evangélicos, protestantes y ateos. Mujeres, niños y hombres. Venezolanos y extranjeros. Empresarios, comerciantes, campesinos, agricultores, trabajadores, estudiantes y fundamentalmente la juventud de los sectores más humildes de la población. No se salva nadie. Secuestros, extorsión, robos, atracos, violencia generalizada es la que vive el país y el Presidente cuando un periodista preocupado por la situación le consulta el tema monta en cólera. ¿Y entonces? Sálvese quien pueda.

Este delicado tema no debe politizarse, pero no hay dudas de que, en el proceso electoral que se avecina el pueblo, no sólo votará para castigar sino también por la esperanza. En Venezuela se “puede vivir con hambre, pero no con miedo” JVR dixit. Ahora, en esta mal llamada revolución, densos sectores de la comunidad viven con hambre y todos, absolutamente todos, vivimos con miedo, temor, terror. Un estado general de indefensión. Nunca olvidéis “los errores de ayer no justifican los de hoy” Estamos a merced del hampa.

Van 11 años de una tenebrosa tormenta, un largo tiempo que debe dar paso al sol, para que vuelva a brillar la esperanza en esta tierra de Dios. Los años 2010 con las elecciones parlamentarias y el 2012 con las presidenciales nos permiten ser optimistas y no perder la esperanza. El soberano tiene lo palabra.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Desgraciados, ¿quiénes?

Acostada en medio de la desdicha, el alma ve mucho
Sófocles (496-406 a.C)
Dramaturgo ateniense.

El Presidente asegura que su homologo colombiano Alvaro Uribe Vélez, es un desgraciado y además que desgració a su país. Descubrió el mal ajeno y no se percata de la obvia desgracia en que tiene inmerso el país. Chávez pretende que desviemos la atención para que no veamos y hasta nos olvidemos de nuestras propias desgracias. El problema de los colombianos es de los colombianos. Ellos escogen su destino y nosotros el nuestro. Ubiquemos cada realidad en su contexto. Mal de otro consuelo de tontos.

Cuando el Presidente Chávez nos señala que Uribe y su país están desgraciados, o sea que viven en una eterna desgracia, por contraste, nos pretende decir que en estos 11 años de “involución” él es un Mesías que nos llenos de fortuna, prosperidad y felicidad. Veamos nuestro cuadro de felicidad.

La población venezolana esta a merced del hampa. Es muy afortunado que ya hay que encerrarse en la casa porque las calles son de la delincuencia. Es un hecho afortunado que ya la violencia en las calles lleve en este año cifras espeluznantes de muertes civiles y más de 50 agentes de las diferentes policías y que ya ni los jóvenes – a eso que no podemos fallarles, Chávez dixit. – puedan asistir a liceos y universidades porque corren el riesgo de ser atracados, heridos y hasta asesinados a manos de una delincuencia desbordada y descontrolada. Esa fortuna tenemos que agradecérsela a Chávez. No se queje, los desgraciados son los colombianos.

Es un hecho afortunado para los venezolanos que aparezcamos en los record de corrupción mundial como líderes imbatibles. Muy afortunado que los gobiernos locales y regionales rojos rojitos no recojan ni la basura y monten vertederos en las zonas urbanas poniendo en serio peligro la salud de los vecinos. Es afortunado que en Venezuela no se respete la voluntad popular y los gobiernos electos por la soberana voluntad del pueblo, les priven de los recursos que por ley les corresponden y no puedan ejercer las competencias ni siquiera en materia de prevención del delito. Eso no sucede en Venezuela. Eso lo hace el desgraciado Uribe. ¡Que desgracia!

Somos tan afortunados los venezolanos, que cuando acudimos al mercado nos enfrentamos a una pavorosa escasez – no hay azúcar, café y muchos otros rubros de la dieta diaria – una criminal especulación y una salvaje inflación. Es afortunado, para los que vivimos en la patria de Bolívar, que nuestra moneda está más débil y súper devaluada que el peso colombiano, que por añadidura, están desgraciados por las desgraciadas políticas económicas que le impone su desgraciado Presidente Uribe. Somos afortunados los venezolanos que disfrutamos de servicios públicos eficientes. El agua y la electricidad son racionadas en Colombia por el desgraciado Uribe que desgració a su pueblo. En Venezuela todo funciona por la eficiencia y previsión revolucionaria y la felicidad que nos provee Chávez. No se queje de su suerte. Desgracia viven los colombianos.

Ay, Presidente aterrice porque desgraciado es aquel, que ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio. Hay que rogarle, llorarle, suplicarle, invocarle e implorarle al afortunado Presidente Chávez que vuelva la mirada hacía Venezuela, para que vea – sin ayuda de lupas – la desgracia en que vivimos los venezolanos. Ya ni el Metro funciona y en las desgraciadas aglomeraciones que se hacen por efectos de los retrasos, sale más de uno desgraciado por efecto de los robos y la violencia. Una realidad revolucionaria, pero terrorífica.

No hay un ápice de dudas. Afortunada la chaviburguesía, que no vive la desdicha para que sus almas vean la desgracia. Desgraciados los venezolanos que vivimos y dormimos en medio de la desdicha y vivimos con miedo. El que tenga ojos que vea dónde está la desgracia y quienes son los desgraciados.

domingo, 15 de noviembre de 2009

¿Hay dos paises?

Una teoría se debe templar con la realidad
Jawaharlal Nehru (1889-1964)
Líder político hindú

Es indudable que estamos ante dos países. Uno, muy pequeño, que ve enemigos externos. Viven pendiente de una supuesta invasión. Ven fantasmas hasta en la sopa. Otro más terrenal. Los que viven el día a día. Utiliza en Metro que antes fue símbolo de eficiencia y del cual nos sentíamos orgullosos por poseer el mejor de Latinoamérica y uno de los más modernos y pulcros del mundo. Hoy devenido en un transporte precario. Sin aire acondicionado, con retrasos, congestionado y lleno de peligros por la inseguridad y no come cuentos de camino. Ese tiene los pies sobre tierra.

Hay un país que repite, cada día más pequeño, sigue a pie juntillas las chácharas del Presidente Chávez contra el imperio. Hay otro que vive, sufre y se angustia porque le racionan el agua, la electricidad, no le recogen la basura, no puede salir a la calle ni a trabajar porque corre el riesgo de no regresar con vida o al menos atracado. Un país que cierra los ojos ante el despilfarro y la regaladera de nuestros incuantificables recursos provenientes del petróleo y otro que no consigue artículos tan básicos cómo el azúcar, café, leche y si lo logra conseguir tiene que asistir a una inmensa y denigrante cola. Esa parte del país el la inmensa mayoría.

Hay un país que está al borde de la esquizofrenia y paranoia, escuchando la cháchara del Presidente Chávez en el sentido de que Uribe en cualquier momento inicia los bombardeos contra Venezuela. Hay otro país que no entiende como un estado que posee tantas y tantas riquezas, que tiene fama de rico en el mundo, no goce de un sistema de salud medianamente eficiente, una educación de calidad, unas infraestructura deportiva y políticas que puedan corregir tanta ineficiencia, incapacidad y corrupción en servicios tan básicos que requiere la población para mejorar su calidad de vida. Una cosa dice el gobierno y otra la vive la gente. Hay que pisar tierra firme.

Hay un país que escucha y aplaude al Presidente Chávez, cuando afirma que en Estados Unidos hay violencia, que para su felicidad en Cuba no hay hechos de violencia y menos inseguridad. Eso puede ser cierto. Hay otro país aquí, que reacciona y reflexiona. “Mal de muchos consuelo de tontos”. ¿Es ese es nuestro problema? No es que uno sea egoísta y mezquino, pero no seria mejor que nuestro gobierno con Chávez al frente lidere una guerra contra la inseguridad, la ineficiencia, la incompetencia y la corrupción. Resolvamos aquí y no veamos soluciones y problemas de otros. Los venezolanos merecemos vivir mejor.

No hay dudas que estamos ante dos países. Uno rojo rojito que pareciera le llega la electricidad, el agua, la recogen la basura, le arreglan las calles, gozan de seguridad, nunca los han robado, menos le han matado un familiar, va a los hospitales y disfrutan de buenos servicios y gozan de excelentes servicios públicos. ¿Apartheid? Más nunca. Esa realidad la vivimos, sufrimos y padecemos todos. No hay dos países, hay una sola Venezuela que vive la misma tragedia.

Es hora de trabajar por Venezuela. Basta de inventar guerras y enemigos ficticios para intentar ocultar la triste realidad que vive el país. No hay guerra. Es toda una estrategia de cinismo y ejercicios de hipocresía que no resuelven problemas y en la cual ya no cae ningún incauto. Llegó el tiempo del cambio y eso no lo para nadie.
En las elecciones del 2010, con bases y sin bases en Colombia, el pueblo venezolano arranca ese cambio. Es tiempo de trabajar, abandonar la cháchara insulsa, templar la teoría con la realidad y unificar al país en torno a la paz, la eficiencia y la gerencia que nos impulse por el camino del verdadero desarrollo. Lo otro es perder el tiempo y las oportunidades.

sábado, 7 de noviembre de 2009

La tarjeta única ¡vida o muerte!

La falla de nuestra época consiste en que sus
hombres no quieren ser útiles sino importantes

Sir Winston Churchill (1874-1965)
Político inglés.
Uníos, uníos o la anarquía os devorará, nos repetía el Libertador. La urgencia de los tiempos que vivimos demanda la unidad de los factores de oposición. La sociedad democrática lo pide a gritos. Las experiencias recientes nos indican que unidos somos invencibles. Las encuestas indican que vivimos un momento estelar que favorece la opción de los sectores democráticos. Los métodos para escoger los candidatos están definidos y sólo hace falta una tarjeta única para lograr la unidad perfecta. La victoria sería de antología.

Hay quienes opinan que presentar una tarjeta única, haría perder la identidad a los partidos. También aducen que una vez pasado el proceso electoral quedarían ilegalizados. Argumentan que habría que recoger firma de nuevo y la guinda del pastel es que hay “lideres” que juran que sus partidos son grandes, fuertes y con una votación cautiva que les garantiza una mayoría avasallante sobre los demás. Relincho de caballo capón. En este momento no hay partidos de oposición grandes ni pequeños. Todos son minipartidos que no llegan al 5% y todos apenas llegan al 12% de las preferencias del electorado. Esa verdad la reflejan todas las encuestas y en las calles el descontento es ruidoso. Estamos obligados a oír. Lo otro es suicidarse en primavera.

Otros piensan que presentar una tarjeta única es concederle la razón a los que juegan a la antipolítica. ¡Falso! Este momento demanda sacrificios. Defendemos las siglas partidistas, perdemos la democracia y la patria. Sacrificamos momentáneamente esas siglas, obtenemos una espectacular victoria, salvamos la democracia, rescatamos la patria para los venezolanos – hoy está entregada a los cubanos – obtenemos una mayoría relevante en la Asamblea Nacional, aplicamos la Constitución Nacional para nombrar unos poderes autónomos e independientes y volvemos al indispensable equilibrio de poderes hoy concentrado autocráticamente en Miraflores. Está clarito. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Una vez que tengamos poderes independientes, autónomos y al servicio de país, todos los mecanismos democráticos se flexibilizan, se facilita la reinscripción de lo todas las organizaciones políticas y lo más importante habrá tiempo para fortalecerlos, relanzarlos y enfrentar con éxito la contienda electoral del 2012. La necesaria unidad es de vida o muerte. Con ella revitalizamos la gran esperanza del pueblo, movilizamos a muchísimos electores abstencionistas y la gente apostará a ganador. Es la formula ganadora. Lo que está a la vista no necesita espejuelos.
Los partidos políticos son los pilares fundamentales de todo sistema democrático. Una verdad irrefutable. Nos presentamos desunidos, perdemos las parlamentarias, defendemos las siglas partidistas, nos presentamos desunidos, terminamos de perder la democracia y entonces ¿Para que servirán los partidos en ausencia de democracia? Vamos a rescatar la democracia primero. Esa es la tarea prioritaria. Es el momento de ser útiles, lo demás vendrá por añadidura. No nos caigamos a embustes. La tarjeta única es de vida o muerte. Para la democracia. Hay que ponerle el oído al pueblo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La gran esperanza del pueblo

Es inútil toda polémica si no hay
esperanza de que resulte provechosa

Juan Luís Vives (1492-1540)
Humanista y filósofo español.

La celebración de las elecciones parlamentarias en el año 2010, nos colocan ante la brillante oportunidad de derrotar al régimen chavista, recuperar para el pueblo la Asamblea Nacional, desde ese escenario equilibrar los poderes públicos y allanar el camino para que en el 2012, podamos tener en la Presidencia de la República un nuevo mandatario nacional, que restañe las heridas, supere las divisiones, los odios y convoque a una gran unidad nacional para sacar al país del marasmo e iniquidad en que lo ha hundido Chávez y su logia militar. Es la gran esperanza de la sociedad democrática.

Esa gran esperanza, está en manos de los partidos políticos. La sociedad democrática pide, exige, ruega, suplica e implora la unidad perfecta de los factores opositores dónde puedan tener cabida distinguidas personalidades de la vida nacional y en torno a los cuales puede lograrse un fácil consenso. En lo que respecta a las organizaciones políticas, dónde todo el respira aspira con legítimo derecho. Eso es lógico, razonable, aceptable, natural y no puede ser una hecatombe. Es compleja la situación, pero tiene solución. Hay métodos para escoger los más representativos, legítimos y que estén comprometidos hasta los tuétanos a cumplir responsable, cabal y con integridad la función parlamentaria en beneficio de las grandes mayorías y no estar al servicio de un autócrata como en el presente. El fondo esta claro, la forma tiene que estar expedito para que no se frustre la gran esperanza de un pueblo que aspira la unidad perfecta.

Los problemas por más difícil y complejos, tienen solución, sobre todo si ya hay antecedentes infortunados que no deben repetirse. Los errores de ayer, no justifican los de hoy y mucho menos debemos acentuarlos para comprometer el futuro que se nos presenta extremadamente promisorio. Los pactos cogollericos, que hicieron un daño terrible en el estado Anzoátegui con la concreción de nefasto pacto PAPI – MAMI, es una referencia criminal que no debe reproducirse más nunca. El nepotismo es la desviación más perversa de un sistema democrático y si ella va acompañada por una componenda pública, notoria y comunicacional creyendo que los electores son una manada de estúpidos, los resultados no se hacen esperar. El 23N – 2008 es un ejemplo ilustrativo e impecable de lo que no debe hacerse. El pueblo reaccionó y los resultados reflejan su sabiduría y espíritu levantisco y retrechero. No os equivoquéis.

En nuestro caso particular, creemos que no debe cerrarse ningún método que garantice la unidad en cualquier circuito, localidad o en la conformación de las planchas. Creemos que las direcciones nacionales de los partidos políticos, no pueden secuestrar esa selección y mucho menos reproducir los pactos cogollericos y el nefasto nepotismo. Hay que ponerle el oído al pueblo, cada región tiene sus particularidades, habrá lugares dónde habrá consenso en torno a un liderazgo indiscutible. En otros sitios los candidatos pueden ponerse de acuerdo para respetar los resultados de una encuesta. En el caso dónde no se den las dos anteriores circunstancias, hay que aplicar el método de las primarias. El precandidato que tenga miedo a participar, está derrotado de antemano. ¿Para qué quiere ser candidato? En esas realidades tenemos que entendernos en las regiones, para salir con éxito de este grave compromiso. Un pacto en Caracas de espaldas a la gente es suicida y frustraría una vez más la gran esperanza del pueblo.
En manos de los factores políticos está la suerte del país. Hay que jugar cuadro cerrado en torno a la unidad y el mejor método para escoger los candidatos que garanticen la unidad. La polémica debe ser útil y provechosa para no matar la gran esperanza del pueblo.