viernes, 30 de julio de 2010

…A comer piedra

Suicidarse es subirse en marcha a un coche fúnebre
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952)
Escritor español

Chávez anuncia, por enésima vez, que no le despachará “ni una gota de petróleo a Estados Unidos” en este último anuncio ¡Al fin! reconoce que de producirse esa decisión, no tendremos ingresos de dólares y por ende nuestro Tesoro Público quebrará. No hay dudas, dependemos del imperio, los otros clientes, nos compran a crédito, no pagan la factura o sencillamente, le regalamos nuestro oro negro. Cerramos el grifo al imperio y comeremos piedra. Así de sencillo. Nos estamos entendiendo. Cantó claro el comandante.

Una precisión. El petróleo que despachamos a Estado Unidos, va directo a nuestra refinería CITGO ubicada en Houston - Texas. Esta planta propiedad de Venezuela que fue fundada en 1965 por la vituperada IV República procesa, refina el crudo y vende los productos terminados (gasolina, lubricantes y petroquímicos) a los consumidores imperialistas. Es dueña de 14 mil estaciones de servicio bajo su filial 7-Eleven, 9 refinerías y unas 55 terminales de almacenamiento y distribución. Eso nos indica que si dejamos de despachar el petróleo, estamos quebrando nuestra propia empresa enclavada en el corazón del despreciable, criminal y genocida imperio. ¿Vamos a matar la gallinita de los huevos de oro? El comandante puede tener de todo, menos de bolsa.

La empresa trasnacional CITGO, propiedad de Venezuela, posee una extensa red de estaciones de servicio que expenden gasolina ecológica, vende petroquímicos baratos subsidiando la agricultura y mantienen la criminal maquinaria bélica del “imperio messmo” Esa es la verdad y todo eso sucede con la beneplácito del gobierno revolucionario, que tanto dice le detesta, le teme y del cual tiene la sospecha de que en cualquier momento lo invade ¿Quién hace negocios con un enemigo tan peligroso? ¡Ah! hablemos claro. Es que también mantiene la revolución con los “detestables” billetes verdes, ¿Retroalimentación? Alguien hace un ejercicio burdo de hipocresía y el pueblo que observa no es pendejo. Pura comiquita.

El discurso de guerra con Colombia y el cierre del chorro de petróleo a los Estados Unidos no se lo cree nadie. Es cháchara guerrerista es para la galería y los tontos útiles que ha logrado, gracias a Dios muy pocos, fanatizar el régimen. La verdad de las cosas es que no podemos dejar de llevar petróleo a nuestras refinerías enclavada en el imperio, porque estaríamos quebrando nuestro propio negocio, perdiendo nuestro mejor cliente y desperdiciando la posibilidad de adquirir los dólares para financiar la revolución endógena y exógena. Nadie se hace harakiri a conciencia.

Es tan falsaria la cháchara guerrerista que Chávez, mientras nos anuncia que comeremos piedra, se prepara para picar de la gorda. La honorable Asamblea Nacional, le acaba de aprobar al líder del proceso una partida de 50 millones para COMIDA. Bolívar salió a enfrentar la guerra rico y concluyó pobre. Éste nuevo prócer independentista, llegó al poder pobre de solemnidad y, pretende irse rico a la guerra, bien papeado, mientras que a los soldados y al pueblo nos llama a sacrificarnos comiendo piedras. Sí la cuestión no fuera tan seria, provocaría soltar la carcajada.

Ni piedra ni comida podrida vamos a comer. Tampoco hay vientos de guerra. Los vientos que soplan desde los containers, por su pestilencia, lo que ponen en evidencia es la monstruosa corrupción, que carcome al gobierno hasta los tuétanos. Este 26 de septiembre, el pueblo venezolano, con su voto, tiene que ganarle la guerra a la corrupción de esta revolución que avanza a paso de atracadores. Este socialismo del siglo XXI es un coche fúnebre en marcha. ¡Cuidado! El que se suba, no hay dudas, tiene vocación de suicida. El verdadero sacrificio es no resignarse y menos perder la esperanza. ¡A votar! y punto.

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